_Creo que el erotismo y el sexo más bien interesan a todo el mundo, y a bastantes nos interesa el cine, así que dos más dos son cuatro es natural que el sexo en el cine nos interese, o incluso nos interese el cine de sexo.
_Como no sólo de cine, ni de sexo, ni de pan vive el hombre (aunque a mí que no me quiten ninguna de las tres cosas) hace poco leía "La cámara lúcida" de Roland Barthes, en el que aborda la fotografía (el verdadero séptimo arte por orden de aparición).
_Para Barthes el erotismo no hace del sexo el objeto central, puede no mostrar el sexo, es una especie de sutil más allá de campo, de lo mostrado, y sugiere no tan sólo la desnudez y la excitación sexual sino sobre todo la excelencia absoluta de un ser, alma y cuerpo mezclados, mientras que para Barthes la pornografía representa el sexo como objeto inmóvil, un fetiche que no se sale del marco.
_Sin embargo, aún encontrando maravillosa la concepción del erotismo de Barthes, creo que la pornografía, entendida como manifestación explícita de la sexualidad (sin velos, elipsis, sugerencias...) en sus obras más logradas no sólo muestra la desnudez y actividades sexuales, sino que además de fomentar la excitación sexual o mostrarla, puede revelar también la excelencia de un ser, que díría Barthes. Claro que no digo que sea la norma, pero teniendo en cuenta que el cine sexual tiene su parte de documental, y el cine documental su parte de reflejo de la realidad, que incluso un número significativo de cine sexual se rueda cámara en mano del tirón, sin montaje, sin cortes, con lo que asistimos a la escena no en directo ni en vivo, ni la vivimos, pero la vemos en tiempo real, y sin trucos ni efectismos del montaje, pues en ocasiones efectivamente en el cine sexual mientras tiene lugar la acción (ustedes ya me entienden) a veces florece complicidad, ternura, deseo, pasión o cariño verdadero. Y estas cosas en mi opinión son parte de la excelencia del alma, del ser. Además, en el cine sexual se suele asistir a algo tan revelador de la excelencia del ser como el éxtasis del orgasmo. Aunque es cierto que no siempre se asiste a tanta excelencia del ser al menos de la mitad de las veces podemos estar seguros.
_Es más, aunque Barthes reconocía no sentirse atraído por la pornografía (a poco que uno tenga pelín de imaginación) sí puede haber un más allá de campo pues evidentemente hay intérpretes que nos recuerdan a personas que conocemos, amamos y/o deseamos, y aunque el cine sexual sí hace del sexo su objeto central no por ello es meramente un fetiche, y además de mostrar y excitar puede ser divertido en el sentido de cómico ("Garganta profunda" de Gerard Damiano), me gusta mucho lo de películas erótico-festivas, puede ser sensual ("Zazel", de Philip Mond), refinado y esteticista como el llamado porno-chic ("Barbara Broadcast", de Henry Paris), abordar el drama ("El diablo en la señorita Jones, de Gerard Damiano), tener una vena romática, incluso ser cantarín y musical, pues hay algún que otro título de cine sexual musical, por no hablar de títulos vanguardistas y casi metagenéricos ("Café flesh", de Rinse Dream), y todo sin dejar de ser cine sexual, pero es que no todo el cine sexual se resume en excitar y punto (cosa que tampoco tendría nada de malo).
_Uno se harta de observar reparos y desprecios hacia cualquier manifestación de sexualidad mientras las imágenes de violencias y crímenes nos asaltan en todas partes, ¡pero que no se vean tetas, el vello púbico (eso cuando no se había extendido esta moda prepúber que quizá sea un poco infantilizar a la mujer) o el sexo masculino en su plenitud!.
_Por último, como curiosidad sobre Barthes, añadir que según parece su libro sobre el Japón titulado "El imperio de los signos", fue socarronamente parodiado cuando se tradujo "Ai no corrida", la obra maestra del japonés Nagisha Oshima como "El imperio de los sentidos". Por cierto, que "Ai no corrida", título que se presta a cachondeo... en realidad se traduce como La corrida del amor, pero en el sentido de festejo taurino del amor.
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-El sexo en el cine y el cine de sexo, por Joan Bassa y Ramón Freixas (Paidós, 2000)
-Cine, erotismo y espectáculo, por Ramón Freixas y Joan Bassa (Paidós, 2005)
-Cine para adultos. 1001 películas para 1001 noches, por Luis Miguel Carmona y Álex Basas (T&B, 2007)
-Películas clave del cine erótico, por Pedro Calleja (Ma non troppo, 2009)
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