_Gracias a internet cineastas tan personales e interesantes como Kiyoshi Kurosawa, Pedro Costa, Claire Denis y Guy Maddin, entre otros, han logrado llegar más allá de los casi monopolísticos canales de exhibición habituales, y convencionales.
_Sin ir más lejos, las películas de estos directores por lo general no se han estrenado en España, y sólo alguna rara vez algo se ha editado en DVD. Y se trata de cineastas que llevan más de 20 años creando obras originales, que ni tan siquiera se estrenan en las grandes ciudades. Desde el momento en que en el cine como elemento físico y local de exhibición no se llega a ver el cine más original e interesante, el cine se descentraliza y democratiza gracias a internet, que cubre las faltas de los exhibidores, más preocupados por hacer caja vendiendo palomitas.
_Y esto es lo que el cine le debe a internet, la posibilidad de ver cine original incluso si una persona vive en una de tantas ciudades de provincias o en un pequeño pueblo. Antes el cine original estaba tan sólo al alcance de cinéfilos afincados en las grandes capitales, o dispuestos a emprender largos peregrinajes a los festivales de cine, pero ahora gracias a internet la cinefilia se democratiza en cierto modo, aunque sea viendo cine a la antigua usanza, más o menos como el cine unipersonal de Edison, y con una calidad distinta de imagen, sin el rito sagrado de la sala negra y la luz multicolor del proyector.
_En un mundo perfecto, que no es el caso, el cine original se vería en cada capital, ciudad, pueblo, pero gracias a internet al menos se puede ver en cada ordenador doméstico o portátil, y las obras alcanzan a quien las está esperando, anhelando, necesitando, a quien puede apreciarlas y amarlas. Así el gozoso matrimonio entre el creador y el espectador acaba en la gloriosa comunión del cine que va más allá del mero comercio y alcanza la poesía.
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