Olimpíada (1938) Leni Riefenstahl
Magna obra de la documentalista germana, en perpetua adoración del cuerpo humano en movimiento, con su notable belleza y grandiosidad, empañada por la exaltación nazi, no en vano se relatan los juegos de Berlín presididos por el productor del film, Hitler. Los medios técnicos puestos a disposición de la realizadora fueron descomunales, y la labor de montaje extenuante y gloriosa, pues el resultado es una oda a la belleza del deporte y el cuerpo humano que trasciende su evidente naturaleza propagandística. Riefenstahl adoraba por igual tanto la ideología nazi como la sublime alegría del deporte, su sobrecogedora tensión y esfuerzo. Esta poesía del deporte, que la directora expresa con gran talento, valiéndose también de ciertas audacias de las vanguardias, redime al conjunto, extenso y quizá insuperable, de su intención, lamentable, hitleriana. Sin duda, junto a "El triunfo de la voluntad" y "El nacimiento de una nación", es una de las películas que más quebraderos de cabeza nos ha dado a quienes amamos más la vida que el cine, pues su excelencia cinematográfica no debe hacernos olvidar sus nocivas intenciones.
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