está pelín descoyuntado... pero aquí hay algunas películas
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Viaje a la luna (1902) George Meliès. Los pioneros como Meliés merecen ser recordados y conocidos y este corto es quizá el mejor ejemplo de su vasta e imaginativa obra.
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El hotel eléctrico (1905) Segundo de Chomón. En palabras del crítico Carlos Aguilar en su Guía del cine español "auténtica obra maestra del cine de la imaginación, de la Animación a escala mundial". Imperdonable que Chomón no sea conocido y valorado justamente, pues fue un genio pionero a la altura de Meliés, y su contribución en todo tipo de desarrollos técnicos del medio fue impresionante.
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La venganza del cámara (1912) Ladislas Starevicz. Esta obra maestra de la animación es un logro artístico impresionante, desbordante por su sentido del humor y habilidad técnica. Resumiendo: de lo más maravilloso que se ha rodado jamás.
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Liros rotos / La culpa ajena (1919) D.W. Griffith. Una obra maestra llena de sensibilidad, romanticismo y un dramatismo sobrecogedor. Inolvidable, maravillosa, uno de los pilares que hacen y harán del cine un arte y una expresión de la poesía de la vida.
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La carreta fantasma (1920) Victor Sjöstrom. El talento cinematográfico de Sjöstrom, que le llevaría a EE.UU. donde rodaría una de las obras maestras del mudo (El viento, protagonizado por la inolvidable Lillian Gish) se muestra aquí con una atmósfera visual muy lograda, incluso sobrecogedora
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Las tres luces (1921) de Fritz Lang. Esta película despertó la vocación a Luis Buñuel, pero claro, Lang era muy grande, y lo demostró en muchas ocasiones.
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Nosferatu (1922) de F.W. Murnau es una de las obras maestras de la historia del cine. Murnau creó una obra de una maestría tal que sigue deslumbrando, asombrando y aterrando a pesar de los años.
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Una mujer de París (1923) Charles Chaplin. Este magnífico drama romántico demuestra una vez más que Chaplin (que aparece unos segundos como mozo) era un director de cine con un talento innegable. Incluso el maestro Yasujiro Ozu dijo "La única utilización conseguida del fundido se encuentra en "Una mujer de París" de Chaplin. No se ve una utilización tan perfecta de la técnica más de una vez cada veinte años. Todos los demás hacen trampa". Obra maestra absoluta.
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La brujería a través de los tiempos (1923) Benjamin Christensen. Este clásico sobre la brujería es un fascinante recorrido por las tinieblas y misterios, que palpita vigorosamente a pesar de ser una película muda. Películas así dan la razón al dicho "una imagen vale más que mil palabras", o voces, o sonidos, o músicas de miedo...
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El moderno Sherlock Holmes (1924) de Buster Keaton es una obra maestra del cine cómico mudo, dirigida por el gran Buster Keaton. Una joya.
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Entreacto (1924) René Clair. Es una obra audaz y sugerente como pocas, muy surrealista, sin argumento lineal. Un cortometraje vigoroso y vanguardista.
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El ladrón de Bagdad (1924) de Raoul Walsh. Es un clásico del cine mudo que en su momento deslumbró por su ambientación cuidada y exótica y sus efectos especiales novedosos. Está bien llevada por el director y posee el encanto de las leyendas árabes de las mil y una noches.
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El amo de la casa (1925) de Dreyer (maestro entre los maestros, "La palabra" (Ordet) me parece su mayor obra maestra, pero también lo son "Gertrud", "La pasión de Juana de Arco"...)
filmó este largometraje aún en la época muda, dejando muestra de su sobrada maestría y afinidad con los problemas de las mujeres.
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Metrópolis (1926) de Fritz Lang. Es la gran superproducción del cine mudo alemán, con una ambientación y efectos especiales que aún sorprenden hoy en día, aunque por desgracia la copia actual está incompleta probablemente en una cuarta parte. Existe una edición en doble dvd con documental, fotografías, carteles y sobre todo una restauración de la imagen y la partitura original que dan a esta obra,considerada por la UNESCO patrimonio de la humanidad, la textura visual más fiel posible a la original. Un clásico del cine.
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::: Fausto / faust, de F.W. Murnau (1926) Una de las mayores tragedias de la historia del cine fue la muerte a tan corta edad de Murnau, tragedia incalculable para quien nos ha dejado obras maestras tan maravillosas como Nosferatu, El último, Amanecer y Fausto. Fausto es arrebatadora, sublime, maravillosa, fascinante, soberbia... Un canto a la belleza y al amor, un reencuentro con lo maravilloso desde las cloacas, un recorrido inolvidable creado por uno de los mayores poetas de este divino arte que es el cine.
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El enemigo de las rubias (1926) de Alfred Hitchcock, no es la primera de sus películas mudas pero sí la que el propio director reconoce como tal, y con razón pues en ella se oye la personal y magistral voz del gran director que fue Hitchcock, con su innegable talento y su perpetua obsesión por los personajes que son acusados injustamente. Por desgracia no la he podido disfrutar sino en una copia en dvd muy deficiente. Lo suyo sería restaurarla y esmerarse en que los intertítulos no tengan erratas. Un poco de cariño y de amor por el buen cine.
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El cantor de jazz (1927) Alan Crosland. La primera película hablada, parcialmente, de la historia del cine es al mismo tiempo un clásico del musical que ha sido reeditado en doble dvd con interesantes extras.
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Amanecer (1927) de F.W. Murnau. Es una obra maestra del cine, con una sensibilidad especial, con todo el talento del gran director al servicio de una historia romántica, maravillosa. Una de esas películas que justifican la existencia del cine y de la especie humana.
Amanecer (1927) de F.W. Murnau. Es una obra maestra del cine. El talento de Murrnau florece en una película maravillosa, magníficamente fotografiada, siendo una historia tan sencilla e inolvidable que el romanticismo rara vez ha tenido mayor expresión cinematográfica. Poco después apareció el cine sonoro, pero esta película muda en realidad podía hablar sin sonido.
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Napoleón (1927) Abel Gance. Una obra maestra del cine visualmente fascinante, innovadora y arrolladora, como la personalidad retratada quizá con demasiada admiración. A Coppola debemos una versión remasterizada de menos de 4 horas, pero la cinemateca francesa ha recuperado una versión de 333 minutos con la partitura original.
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El fantasma de la ópera, Rupert Julian (1927). El clásico del género interpretado por Lon Chaney quizá sea todavía la mejor adaptación de la célebre historia. Una película magnífica, imprescindible.
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Garras humanas (1927) de Browning es una película bien llevada por el director de la inolvidable obra maestra "La parada de los monstruos"
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El viento (1927) Victor Sjöstrom. Es un clásico del cine mudo con la interpretación de Lilian Gish y una narrativa tan lograda que se oye el viento. Magistral.
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El fin de San Petersburgo (1927) Vslevolod Pudovkin. Un film admirable, digno representante del poderoso, revolucionario y poético cine soviético de los 20 (cuya cima es La tierra, de Dovzhenko de 1930). A las inquietudes obreras y sociales se unen un montaje vivo y vibrante, y momentos de un gran lirismo.
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Los muelles de Nueva York (1928) Josef von Sternberg. Una de las obra maestras del cine mudo (y de Sternberg) desbordante de romanticismo, sensualidad, delicadeza, belleza emergiendo de los arrabales y poesía fluyendo mágicamente a cada fotograma. Bellísima e inolvidable película en la que Sternberg demostró ser un maestro de la composición y se aventuró con insólitos y geniales planos que aún poseen una maravillosa fuerza y armonía visual. Cine del que hace amar el cine.
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La caja de Pandora (1929) G.W. Pabst. Uno de los clásicos más memorables y arrebatadores del cine mudo, cuenta con una Louise Brooks que, con todo merecimiento, ha entrado en los anales del cine por el personaje de Lulú, encantadora y peligrosa, ambigua femme fatale símbolo extremo de la feminidad, frágil e ingenua pero también manipuladora y trepadora. Adaptando con licencias a Wedekind, el director G.W. Pabst logró una película magistral que posee una sensualidad y erotismo latentes nada despreciables. Louise Brooks con un arma humeante en sus manos no se queda corta ante Rita Hayworth en Gilda...
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El hombre de la cámara (1929) Dziga Vertov. A la historia del cine le faltaría algo sin esta película única, que hermana el documental con la experimentación, la vanguardia y con el propio medio cinematográfico, se alza como un vigoroso fresco con un aliento poético propio. Y con un humor muy particular.
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Los cuatro cocos (1929) Joseph Stanley y Robert Florey. La primera película protagonizada por los Hnos. Marx es un tesoro medio escondido, del que rara vez se habla pero que posee el talento irreverente que les hizo imprescindibles ya en nuestras vidas.
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