_La única manera de disfrutar y más o menos comprender una película es verla en versión original, es decir, sin subtítulos que alteren la composición de la imagen ni doblaje que cambie las interpretaciones, unas por otras, con lo que vemos a unos intérpretes ¡¡¡pero escuchamos a otros!!!. Cuando vemos, supongamos que hispanohablantes, una película en castellano, la vemos y escuchamos y comprendemos perfectamente, y podemos disfrutarla.
_Las cosas del cine son pelín complejas, y al final ni siquiera tienen mucho remedio. Quiero decir que ninguna de las tres opciones, versión original en idioma extranjero, subtitulada, y doblada, es perfecta.
_Si escogemos la primera opción, vemos una película en un idioma que no entendemos, con el sonido original y sin subtítulos, una versión original en idioma extranjero, resulta que no nos enteramos de lo que dicen, diálogos, voz en off... La pega es bastante grande, la ventaja es que todo el aspecto visual de la película se disfruta sin subtítulos y no se entretiene uno en ir leyendo al mismo tiempo que ve la película y la escucha. La película se convierte en un audiovisual distanciado, no te puedes implicar del todo en la narrativa porque no acabas de entender lo que se dice, es una situación incluso peor que con el cine mudo, pues en el cine mudo los intertítulos aclaraban los silencios y lo que hablaban los personajes.
_Si nos decantamos por la segunda opción, vemos una película en versión original subtitulada, resolvemos lo de la comprensión de los diálogos, la voz en off, pero perdemos parte del atractivo visual de la película, al tener que ver y leer, y la composición de la imagen queda alterada, los encuadres se escinden entre lo que se propuso el director y la imposición externa de unos subtítulos que no entraban en los planes del director de fotografía ni del director. La película se comprende, pero a menudo el pelín esfuerzo de compaginar visión y lectura, todo al mismo tiempo, si la película es muy verbal puede acabar frustrando la diversión, y desde luego es un plus de entrega por parte del espectador, el tiempo, el silencio, la inmovilidad, la atención, la visión, la escucha y además la lectura, pero la ventaja es que se oyen las interpretaciones originales y se descubren las riquezas propias de cada idioma, sus idiosincrasias. Una vez se acostumbra uno a ver una película italiana en italiano es que ya no te la crees doblada, te das cuenta de que no es lo mismo, hay algo en la entonación, muy particular, que se pierde en la traducción, por bueno que sea el doblaje.
_Si nos inclinamos por la tercera opción, que es la película doblada, sin subtítulos ni las voces originales, la visión es cómoda, no hay que leer, pero las interpretaciones las ves pero no las oyes, no puedes juzgar las interpretaciones, que se basan bastante en la entonación, y se pierden todas las riquezas y matices del idioma original. Hay quien defiende de todas formas la versión doblada porque el cine es sobre todo visual y no es un libro, el cine subtitulado hace que leamos y leamos perdiendo parte del impacto visual, sin embargo a mí la versión doblada tampoco me parece la solución porque ¡no hay solución!.
_Se escoja la opción que se escoja se pierde algo, parte del atractivo visual si se escoge el subtitulado, las voces originales, todo el idioma original, todas las partes sonoras de las interpretaciones, si se escoge el doblaje. Y si se ve la película en idioma extranjero sin subtítulos, es como un audiovisual sin más, falta saber de qué va la cosa, aunque si una película visualmente está lograda y recurre poco al diálogo y la voz en off, quizá incluso es la mejor opción, incluso en japonés, se entera uno de casi todo.
_De todas formas, al final, lo mejor es quizá ver una película ¡¡¡de las tres maneras posibles!!!, aunque así nos damos cuenta de que vemos ¡¡¡tres películas distintas!!!.
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