Pleasantville (1998) Gary Ross
Una singular experiencia que parte de la comedia adolescente tópica, pero va creciendo con una lucidez crítica nada maniquea. Más allá de un fácil ejercicio de nostalgia o de un conformismo autocomplaciente, la película va floreciendo a todo color gracias a un equilibrio entre deseo y madurez verdaderamente encomiable. El argumento sitúa a dos jóvenes contemporáneos en una serie televisiva de los 50, y más allá de la fácil comedia boba que podría haber resultado, el film pone en juego un viaje iniciático, no sólo sexual, en la que ninguna época tiene la razón absoluta, y tanto la pacata sociedad de los 50 como cierta juventud superficial contemporánea que retrata tienen muchas cosas que descubrir y aprender. La labor fotográfica, conjugando el blanco y negro y el color, y una banda sonora preciosa y viva, dan todavía más alcance a un film, no del todo redondo pero en el que impera una vitalidad equilibrada, que aporta una cada vez más rara sensatez sobre la vida. Las críticas son sutiles, tanto a una época grisácea/plomiza como a otra ligera/superficial, y el director sin duda alienta lo mejor de cada época, confiando en una maravillosa unión entre los dos mundos. Y, a su manera, es una película, por momentos, mágica.
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